172 p. 15 x 22 cm., rústica / Cuentos, Narrativa / 1° ed. Rosario, CGeditorial, 2024.

ISBN: 9789875975774

En este nuevo libro de relatos (me resulta imposible catalogarlos de fantásticos), Ana Dobson vuelve a volcar su más profundo mundo interior, armando secuencias y escenas, muchas de ellas de decidido corte simbólico, donde los protagonistas oscilan en la dualidad de ser o estar de manera perturbadora.

Por un momento, algunos de estos relatos parecen naufragar en improvisaciones o licencias de la autora.

Pero a no equivocarse, nada es casual en el todo de cada relato. En la obligada relectura será posible descubrir pasiones y acciones narradas mucho mas allá de cualquier atisbo realista.

¿Surrealismo? Cada lector, con certeza, interpreta este concepto en forma muy particular y, por consiguiente, transitará la lectura de los textos, en apariencia herméticos, como lo propuesto en El faro de la soledad o El aire que respiro, según su propia vivencia.

Los afiebrados eventos en torno a un generoso árbol de pomelos sacuden la estructura sensorial de la voz que los relata y el lector podrá optar por identificar sus propias pasiones en esta afortunada narración.

Con la lectura de este nuevo libro de Dobson, enfrentamos múltiples desafíos interpretativos. Démosle la bienvenida al debate que seguramente va a generar.

Edgardo Juárez

 

El invierno que tarda en llegar // Ana Dobson

$20.000,00
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172 p. 15 x 22 cm., rústica / Cuentos, Narrativa / 1° ed. Rosario, CGeditorial, 2024.

ISBN: 9789875975774

En este nuevo libro de relatos (me resulta imposible catalogarlos de fantásticos), Ana Dobson vuelve a volcar su más profundo mundo interior, armando secuencias y escenas, muchas de ellas de decidido corte simbólico, donde los protagonistas oscilan en la dualidad de ser o estar de manera perturbadora.

Por un momento, algunos de estos relatos parecen naufragar en improvisaciones o licencias de la autora.

Pero a no equivocarse, nada es casual en el todo de cada relato. En la obligada relectura será posible descubrir pasiones y acciones narradas mucho mas allá de cualquier atisbo realista.

¿Surrealismo? Cada lector, con certeza, interpreta este concepto en forma muy particular y, por consiguiente, transitará la lectura de los textos, en apariencia herméticos, como lo propuesto en El faro de la soledad o El aire que respiro, según su propia vivencia.

Los afiebrados eventos en torno a un generoso árbol de pomelos sacuden la estructura sensorial de la voz que los relata y el lector podrá optar por identificar sus propias pasiones en esta afortunada narración.

Con la lectura de este nuevo libro de Dobson, enfrentamos múltiples desafíos interpretativos. Démosle la bienvenida al debate que seguramente va a generar.

Edgardo Juárez