130 p. 13 x 19 cm., rústica/ Poesía. / 1° ed. Córdoba, Alción Editora, 2015.

ISBN: 9789876465571

Antes de la aparición del don sucede su montaje, su prepararse al nacimiento. Si la casa es de viento, puede provocarse un doble efecto. Puede construirse o destruirse. También que estos momentos -uno y otro con toda su efectividad, no se detengan jamás. Una producción penelopeana o trabajo del poeta, sin importar el género. Pero acaso, ¿importa el género en el poeta o lo que importa es su madera y su ubicar la hierba, el barro, el hilo? Es en el desierto de la página donde se forma la biblioteca. Se irán forjando los dones. Recibimos al abrir esta Casa de Viento: el pedal de la Singer, la nevisca de ciruelo en primavera, el diario de decep- ciones, del dolor y la humillación. El ácido en el cuer- po adolescente pero también El Río -padre. Paisajes capaces de des/amparar/ nos. Oímos el crujido de la tarde en la siesta derretida. Esta Casa-ya- respira aires nuevos, dones. Marta Ortiz suma al anaquel/ mi casa de viento... Al escri- bir nos ofrece posesiones nuevas, nos muestra cómo la breve vía láctea/ cubre el piso. Y funda, una vez más, la mirífica, inagotable, Casa de Viento.

Susana Szwarc

Casa de viento // Marta Ortiz

$8.700,00
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130 p. 13 x 19 cm., rústica/ Poesía. / 1° ed. Córdoba, Alción Editora, 2015.

ISBN: 9789876465571

Antes de la aparición del don sucede su montaje, su prepararse al nacimiento. Si la casa es de viento, puede provocarse un doble efecto. Puede construirse o destruirse. También que estos momentos -uno y otro con toda su efectividad, no se detengan jamás. Una producción penelopeana o trabajo del poeta, sin importar el género. Pero acaso, ¿importa el género en el poeta o lo que importa es su madera y su ubicar la hierba, el barro, el hilo? Es en el desierto de la página donde se forma la biblioteca. Se irán forjando los dones. Recibimos al abrir esta Casa de Viento: el pedal de la Singer, la nevisca de ciruelo en primavera, el diario de decep- ciones, del dolor y la humillación. El ácido en el cuer- po adolescente pero también El Río -padre. Paisajes capaces de des/amparar/ nos. Oímos el crujido de la tarde en la siesta derretida. Esta Casa-ya- respira aires nuevos, dones. Marta Ortiz suma al anaquel/ mi casa de viento... Al escri- bir nos ofrece posesiones nuevas, nos muestra cómo la breve vía láctea/ cubre el piso. Y funda, una vez más, la mirífica, inagotable, Casa de Viento.

Susana Szwarc