de: Sergio Ferreira

Número de páginas: 84
Peso: 120 gramos
Formato: rústica 15 x 22
Edición: 2023
Idioma: castellano
ISBN: 9789875975217

Editorial: CGEDITORIAL

Ahora imagine que usted es un caminante solitario, allá, por los tiempos en que el tiempo se contaba para atrás.
Va, pasito a paso bajo el sol, con las sandalias descosidas, apoyándose en el báculo.
Alza la cabeza del polvoriento camino de piedra y ve, en lo alto, a Ícaro volando. Usted ignora que es Ícaro, se rinde a la evidencia y cree que es un dios de terribles alas desplegadas, que lo observa como un águila hace con su presa.
Usted se espanta y huye. No será testigo del desenlace.
Es el momento en que Ícaro traza un círculo lento hacia arriba, se aproxima más al sol y la cera de las alas se derrite. Comienza la caída fatal, pero usted no lo ve, sólo fue testigo del instante prodigioso en que Ícaro volaba en el cenit.
Es fácil confundir con una divinidad a un ser humano en el punto más luminoso de su magia.

De eso se trató esta propuesta: de compartir el instante en que los personajes levantaron vuelo, ahuyentaron a la muerte, enarbolaron su coraje, y de que usted estuviese ahí para atestiguarlo.
Tal vez el mecanismo no haya funcionado, pero si funcionó el artefacto fue la literatura. La energía que lo puso en movimiento, la imaginación.

 

Libro de las divinidades // Sergio Ferreira

$14.000,00
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Número de páginas: 84
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Formato: rústica 15 x 22
Edición: 2023
Idioma: castellano
ISBN: 9789875975217

Editorial: CGEDITORIAL

Ahora imagine que usted es un caminante solitario, allá, por los tiempos en que el tiempo se contaba para atrás.
Va, pasito a paso bajo el sol, con las sandalias descosidas, apoyándose en el báculo.
Alza la cabeza del polvoriento camino de piedra y ve, en lo alto, a Ícaro volando. Usted ignora que es Ícaro, se rinde a la evidencia y cree que es un dios de terribles alas desplegadas, que lo observa como un águila hace con su presa.
Usted se espanta y huye. No será testigo del desenlace.
Es el momento en que Ícaro traza un círculo lento hacia arriba, se aproxima más al sol y la cera de las alas se derrite. Comienza la caída fatal, pero usted no lo ve, sólo fue testigo del instante prodigioso en que Ícaro volaba en el cenit.
Es fácil confundir con una divinidad a un ser humano en el punto más luminoso de su magia.

De eso se trató esta propuesta: de compartir el instante en que los personajes levantaron vuelo, ahuyentaron a la muerte, enarbolaron su coraje, y de que usted estuviese ahí para atestiguarlo.
Tal vez el mecanismo no haya funcionado, pero si funcionó el artefacto fue la literatura. La energía que lo puso en movimiento, la imaginación.